El sonido es una cualidad intrínseca a la materia. De una manera o de otra todo lo material suena y los sonidos revelan una grandísima cantidad de información que el ser humano analiza.

Instantáneamente obtenemos de cada sonido importantísimos detalles del mismo: localización, timbre y tono, intensidad, qué suceso los producen (sujetos que intervienen, materiales que lo producen…), grado de peligro de la causa del ruido, entorno físico que rodea al ruido, cualidades de la materia… Poseemos en la memoria una ingente cantidad de sonidos perfectamente clasificados y, a diferencia de otro tipo de “memorias” la que atañe a los sonidos es extraordinariamente rápida ya que de ello puede depender nuestra integridad. Estamos predispuestos a reaccionar enérgicamente con unos sonidos, a sentirnos relajados, a estar alerta con otros y un largo etc. con otros (casi ninguno de nosotros hemos escuchado un edificio caerse, pero estoy seguro a ciencia cierta que ante ese ruido a todos nos inundará una misma sensación)

La característica más interesante del sonido respecto al Diseño de Productos es la de generar emociones. Cada ruidito que sale de un objeto es analizado concienzudamente por el cerebro buscándole una causa y comparándolo con nuestra biblioteca. La causa será la que determine lo que nos haga sentir.

 

En productos que generan ruidos, (no hablo de melodías) éstos son determinantes. Hay sonidos que no deben estar bajo ningún concepto en un producto: Que suene a hueco, que se escuchen golpecitos cuando el objeto se mueve, chirridos, vibraciones, sonidos no homogéneos o estridentes etc. darán sensación de que algo no está bien o es de poca calidad y no importará todo el análisis morfológico, de mercado, usabilidad y funcional que hayamos hecho. El cliente pensará que ese producto “no cumple” y no hay más. Si la puerta de un coche tiene sonidos parásitos como de varios metales chocando entre sí, si suenan vibraciones con el coche en marca etc. la idea que nos generamos en la cabeza es que esa puerta no es segura y, por tanto, el coche es por un lado peligroso y por otro de poca calidad. Lo mismo sucede con, por ejemplo, una batidora, un secador o cualquier pequeño electrodoméstico. Si al ponerlo en marcha el sonido del motor no es homogéneo, por muy resistente, duro y bien diseñad que esté, nos dará la impresión de que “algo falla”.Si al sentarnos en una silla, escuchamos crujidos, eso es que ésta no aguanta nuestro propio peso (vuelve a levantarte!!!) si el ruido es de dos superficies deslizándose una sobre otra: es que hay algo sin control o potencialmente lesivo (para uno mismo o para las propias superficies). Hay multitud de ejemplos.

Otros sí deben estar presente. Ya que cada sonido procede de una acción, cada acción debe emitir un sonido. Esto es muy interesante para el usuario ya que recibe un feedback de su operación.Si al presionar una tecla no oímos un leve ruido al llegar al tope, pensaremos que dicha tecla no marca bien. Por lo tanto forzar o generar un ruido es extraordinariamente útil ya que hará más placentera la experiencia de uso del objeto. El feedback se puede realzar también con luces.

El sonido es capaz de generar una escena en la que el usuario se meterá sin darse cuenta. Si al meter la tarjeta en un cajero automático suena un sonido melódico, ascendente y agudo dará la sensación de que algo empieza, al presionar cada tecla recibimos otro de afirmación con tono y timbre parecidos y al terminar el proceso nos despide un sonido similar: la experiencia de uso sería totalmente diferente y distinguiríamos ese cajero de ese de el de cualquier otro.

En sectores concretos los sonidos cobran una importancia vital. En el alimenticio, por ejemplo, ningún bote que contenga productos frescos puede abrirse sin que suene un “plop”. El crujir de los cereales que percibimos al masticarlo es concienzudamente analizado. La espuma del café recién hecho ha de llegar a nuestros oídos. Al meter la cuchara en una mouse debemos escuchar cómo las burbujillas se rompen porque éso es sinónimo de cremosidad. El escanciado de una cerveza. El pum del descorchar de una botella de champan… son sonidos tan asociados a los productos que sin ellos notaríamos que “falta algo”

 

En el entorno automovilístico el asunto es de vital importancia. Se estudia el mencionado cerrar de las puertas, el click de la llave de contacto, el tick-tack de los intermitentes, el ronroneo del motor a bajo régimen y al límite de sus revoluciones, el sonido de los neumáticos, el zumbido de los motores eléctricos internos, el motor de encendido… Todos esos estímulos auditivos nos generan seguridad, tranquilidad, nos suben la adrenalina, nos sentimos poderosos… En definitiva hacen que la experiencia de uso del coche sea más o menos placentera y, por consiguiente, que queramos compartir dicha buena o mala experiencia con otros posibles compradores.

El diseño de un sonido es extraordinariamente complejo. Para ello os emplazo a que veáis el documental “El Imperio de los Sonidos” (L´empire des sons)
Publicado en Dida y Disenas

Eduardo Costa